Sociedad
Agostina Holzheier: de los botines en el garaje de Crespo al brillo en la Copa América

Desde Crespo, Entre Ríos, hasta el escenario continental en Ecuador, la historia de Agostina Holzheier es la de una futbolista que no solo supo gambetear rivales desde muy chica, sino también obstáculos y prejuicios. A sus 21 años, la jugadora de Racing se convirtió en una de las revelaciones de la Selección Argentina femenina en la Copa América, con actuaciones que llegaron directo al corazón de su familia, de sus raíces y del público.
Todo empezó cuando tenía apenas seis años. En un torneo masculino en un pueblo cercano a Crespo, donde vivía con su familia, acompañó a su hermano Álvaro, de diez. Norma, su madre, llevó botines para ambos. El partido estaba trabado y Álvaro no lograba hacer pie. Sobre el final, le preguntaron a Agostina si quería entrar. Con naturalidad, aceptó. Gambeteó a dos rivales, asistió a su hermano y él convirtió. “Hizo lo que hace ahora”, recuerda Álvaro desde España, donde sigue a su hermana por streaming y con emoción intacta.
Una selección que entusiasma
La selección femenina no solo clasificó a los Juegos Panamericanos, sino que jugará este lunes la semifinal de la Copa América frente a Colombia. Argentina ganó los cuatro partidos del Grupo A, y lo hizo con un dato que resume su fortaleza: cinco de los seis goles fueron gestados por jugadoras que comenzaron como suplentes. Entre ellas, Agostina.
Holzheier ingresó desde el banco en todos los encuentros y fue desequilibrante. Es la jugadora que más trasladó la pelota en el equipo, recibió más faltas que nadie y generó tres pases de remate en solo 113 minutos. Tiene desparpajo, explosión en los primeros metros y un repertorio técnico que aún sigue puliendo.
Una historia marcada por la pelota
En Crespo, con apenas 24 mil habitantes, la familia Holzheier es sinónimo de fútbol. Sus hermanos jugaron en clubes como Unión de Santa Fe y Patronato, pero fue Agostina, la menor, quien rompió la barrera del género y llegó a Primera. Jugaba con varones en torneos locales hasta que ya no le permitieron seguir. Entonces, dio el salto a la primera división femenina con solo 14 años, donde fue goleadora durante años con más de 40 goles por temporada.
Su carrera la llevó a River, luego a la selección Sub-17 y Sub-20, y después a Brasil, donde jugó en Grêmio. Hoy, en Racing, es pieza clave en el equipo que tuvo sus mejores campañas en los últimos años.
Discreta, enfocada y con emprendimiento propio
De perfil bajo, Agostina casi no da entrevistas. “No le gusta hablar, es super enfocada”, cuenta Franco Muscogorry, su novio y entrenador de arqueras en Racing. Juntos comparten un emprendimiento gastronómico llamado Sushigol, una original fusión entre su amor por el fútbol y la cocina. Agostina es la “mano maestra”, aunque durante la Copa América, los pedidos están suspendidos.
Su familia la acompaña desde la distancia. “Es un orgullo verla ahí. Ella lo soñó desde siempre”, dice Álvaro. A los 15 años, Agostina celebró con vestido y pelota. Hoy, celebra con la camiseta de la Selección, sabiendo que cada pase y cada jugada siguen conectados a aquellos días en el garaje de Crespo, cuando los arcos eran puertas y la pelota, una de tenis.
Y como en aquel primer partido con su hermano, Agostina sigue asistiendo para que otros conviertan. Pero ahora, el abrazo viene desde todo un país que empieza a reconocerla como una de las joyas del futuro del fútbol argentino.