¿A dónde iremos?
** En la película ¿A dónde vamos ahora?, por momentos tragedia y por momentos comedia, de la directora libanesa Nadine Labaki, se cuenta la historia de un pequeño y aislado pueblo en las montañas del Líbano, habitado por musulmanes y cristianos. El pueblo está rodeado de minas terrestres y solo se puede acceder a él mediante un pequeño puente. A medida que la lucha civil envuelve al país, las mujeres en el pueblo intentan, por diversos medios y con diferentes resultados, mantener a sus hombres en la oscuridad, alejados del clima bélico.
** Las mujeres, contrarias a la idea de que sus hombres combatan por causas que no son suyas, sabotean la radio del pueblo y la televisión haciendo caer la antena que les permite funcionar a ambos. Cortada completamente la conexión con el exterior y con ello el flujo de noticias del resto del país, se cortó la fuente de información cruzada que enfervorizaba a los hombres de uno u otro bando, exacerbando el odio entre vecinos y alistándose para salir hacia los frentes de batalla a pelear por el odio de sus tatarabuelos.
** Sin comunicación con el exterior, se fue construyendo una suerte de armonía entre las históricamente enfrentadas comunidades. Diría al respecto Federico Sturzenegger, al evocar la película en uno de sus análisis políticos: “diluido el peso de la historia, quedaban visibles las necesidades cotidianas de la comunidad que, naturalmente, habían llevado a una convivencia constructiva”.
** Durante los 110 minutos de duración de la película estrenada en 2011, las mujeres hacen cosas muy osadas para mantener a sus hombres lo más alejado posible del odio entre facciones. Llegan a drogarlos y mientras tanto intercambiarse sus vestimentas. Cuando los hombres se despiertan, encuentran a todas las mujeres cristianas vestidas con atuendos musulmanes, y viceversa, esencialmente desafiando a sus esposos e hijos a que las golpeen primero si quieren violencia sectaria.
La tierra es la misma
** Aquel film tiene otros avatares que lo hacen más atractivo, por momentos divertido. Todo se fue calmando hasta que un día unos adolescentes lograron montar una antena improvisada y el pueblo se reunió a la noche a escuchar las noticias. Pero fue tan solo prender el televisor para que miles de años de conflicto llegaran a través de las imágenes y resurgieran de inmediato la desconfianza y la agresión en la comunidad. Las mujeres, salvadoras, se lanzan sobre el televisor y lo destruyen a pedradas.
** Nada mas fastidioso que contar el final de una película para quien aún no la ha visto, pero hacia allí vamos. El rodaje comienza con un niño llamado Roukoz, cuyo trabajo, junto con su primo, Nassim, es aventurarse fuera de la aldea y traer productos necesarios como jabón, utensilios, periódicos y otras vituallas.
Por desgracia, en el estallido de un ataque de violencia sectaria, Nassim es asesinado en una escaramuza entre cristianos e islámicos mientras hace un mandado en un pueblo cercano.
** Termina con todo el pueblo unido llevando el féretro del chico hasta su última morada. Su último viaje. Caminan por la ruta que conduce a los cementerios de ambas confesiones. A un lado del camino el de los cristianos, enfrente el de los musulmanes. Cuando llegan a ese punto se preguntan ¿A dónde vamos ahora? Ya daba igual. La tierra es la misma en ambos lados del camino que separa.
Luchas propias y ajenas
** No seremos nosotros quienes digamos que aislándonos de la información como los del pueblito libanés, resolveremos nuestras angustias. Sería desesperante experimentar que no llegamos más a fin de mes pero no saber por qué. Un pueblo desinformado es un pueblo débil. Si hemos iniciado esta columna con aquella ficción es porque señala en algún punto que debemos dudar de las arengas que nos llegan a los argentinos desde medios que forman parte de las luchas por el poder y las cajas que trae consigo, y recién entonces decidir si haremos causa con ellos o dejaremos que diriman sus duelos sin prestarnos como rehenes ni enfrentarnos entre nosotros. Nos enseñan a odiar a personas que no conocemos ni saben de nuestra existencia.
** Los rusos dicen que se defienden de Ucrania y Ucrania que se defiende de los rusos. Es cierto que cada vez cuesta más discernir separando ‘campaña’ de ‘información’, cuando la verdad viene mezclada con medias verdades, tergiversaciones, silencios y exageraciones. A unos les gusta mostrar las protestas en Plaza de Mayo y otros hacen como que no se enteran. A unos les gusta extenderse sobre fallos judiciales contra los que han robado al pueblo, otros hacen como si no se enterasen o se esfuerzan en desacreditar el fallo. Mientras, el pueblo disperso del interior libra sus propias luchas por sobrevivir, importándole cada vez menos lo que sucede en las 14 manzanas porteñas.
** A pesar de todo, lo que sucede cuando los medios caen en manos de las tiranías, ya fue advertido por el General Bolívar en su época: «Uncido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud (…) Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza (…); un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción: la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia, de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia».
El último viaje
** Se nos ocurrió aquella frase cuando quisimos contar el final de la película: ‘La tierra es la misma en ambos lados del camino que separa’. En los cementerios hay pabellones con nichos a diestra y siniestra. Casi siempre se ingresa por un camino central en busca del sitio asignado. Al llegar a la cruz es probable que alguien diga ¿Adónde vamos ahora? Da igual dirigirse hacia la izquierda que a la derecha. Da igual.
** El hombre o la mujer que dio su vida por sus líderes de la izquierda o por su propia convicción, o por el populismo, igual que aquel que lo hizo por la derecha o el neoliberalismo, en este lugar ha perdido la noción del tiempo y la de su propia existencia. Si durante su vida defendió sus ideales, hizo bien. Si evolucionó y cambió su ideal, hizo bien. Si se enemistó con medio mundo por causa de ellos, hizo mal pero es tarde para enmendarlo.
** ¡Feliz día colegas periodistas! A los cercanos, los lejanos, los que nos leen y no lo sabemos