El desafío de hacer música que desarrolló su tradición utilizando otros instrumentos
Los músicos Diego Núñez (saxo) y José Bulos (piano) forman parte de un proyecto que aúna músicas argentinas de impronta popular con un sonido “camarístico”.
Paralelo 32 dialogó con José Bulos, el pianista del dúo, que accedió a responder algunas preguntas que le hicimos y contarnos sobre su cosmovisión musical.
–Recientemente estuvieron de gira por Europa, ¿qué tal fue el recibimiento y cómo vivieron la experiencia?
_Fue una experiencia muy movilizadora. Yo no había estado allá antes, así que fui dispuesto a aceptar lo que sucediera. Hubo una gran disposición a escuchar, a recibir nuevas sonoridades y mucho respeto por nuestra música.
–El repertorio que ejecutan muestra música argentina y compositores populares, ¿qué nos puede decir del programa?
_El repertorio en general corresponde a dos grandes vertientes. Por un lado, hacemos música “ciudadana”, inspirada en las formas del Río de la Plata (tango, milonga), de compositores actuales (Bernardo Monk, Fernando Muslera) y clásicos referentes (Astor Piazzolla); y por otro, trabajamos sobre música del litoral, y en este caso, también aparecen obras de compositores contemporáneos (Marcia Muller, Luis Barbiero) y referentes del género (Abelardo Dimotta, Chacho Muller).
En ambos casos es una apuesta, un desafío: hacer con saxofón y piano músicas que desarrollaron su tradición utilizando otros instrumentos.
–Además de arreglos de Muslera, ¿realzan obras con arreglos propios?
_En mis arreglos la mayor preocupación es lograr la energía o el ambiente que propone el tema original. No se trata de tocar con el piano y el saxofón lo mismo que toca un acordeón y una guitarra, sino de encontrar la manera de hacer que funcione el tema con nuestra instrumentación.
–Si bien tocan música con una fuerte raíz popular, se puede percibir la sonoridad de cámara en sus interpretaciones, ¿cómo se dio esta combinación entre piano y saxo, y cómo fue la evolución del dúo?
_Con Diego, hace muchos años, tuvimos la experiencia de tocar en dúo obras del repertorio de saxofón clásico. Trabajamos muchas obras de cámara para la formación. Y ahora, veinte años más tarde, volvemos a encontrarnos para trabajar obras que tienen un origen bien diferente. Sin duda estamos marcados por nuestra formación, que es académica. Sea cual fuere el repertorio, entendemos al trabajo musical en grupo desde una concepción “camarística”, no hay un instrumento principal y otro que acompaña, sino que entre ambos se va tejiendo la obra.
–En la actualidad se vive, quizá, una etapa de exploración tímbrica y ya no tanto armónica, ¿cree que esto es así? ¿Qué opina al respecto?
_Creo que hoy en día hay una diversidad muy importante y muy rica. Es cierto que en décadas pasadas hubo un importante desarrollo desde lo armónico y que ahora se pueden escuchar obras con un gran desarrollo desde la textura o desde lo tímbrico.
Algunos ven en esto una vuelta a lo esencial, a lo más fundamental, al sonido mismo.
Sin animarme a analizar los procesos creativos según el devenir de la historia, veo que la necesidad de crear sigue viva y continúa generando nuevas propuestas.
–¿Cómo ha influido el avance tecnológico al desarrollo de la música ya sea a nivel compositivo como en el aprendizaje de la misma?
_Las llamadas Nuevas Tecnologías están presentes en prácticamente todas las actividades de nuestra comunidad. Creo que la posibilidad de acceder fácilmente a partituras, grabaciones, videos y libros, como también la posibilidad de compartir material, está modificando el modo en que se trabaja en música. Se generan contactos e intercambios de un modo sorprendente. Se amplía la cantidad de información con que se cuenta, lo cual es fundamental al momento de aprender.
De todas maneras, en el caso nuestro, el trabajo cotidiano y sensible con el instrumento sigue siendo la única manera de incorporar nuevos conocimientos. Y la relación con el arte sigue siendo única para cada persona.
–Dicen que el pianista Glenn Gould se interesó tanto en las nuevas tecnologías de su época que, incluso, en lo más alto de su carrera dejó de presentarse en público para dedicarse a las grabaciones, ¿qué le genera la música en vivo y la mística de los conciertos?
_Compartir el arte “en vivo”, respirar junto con el artista, sigue siendo una experiencia irreemplazable. Única. Muchos recordamos aquél primer concierto al que asistimos, o ese recital que nos marcó. Soy un convencido de que lo que sucede en un concierto es una construcción colectiva que incluye a las personas que se acercan a la sala para escuchar.
Las grabaciones y filmaciones abren el abanico de posibles auditorios y son un gran compromiso para el artista. Uno agradece la generosidad de los grandes músicos que han dejado su registro para que podamos acceder a ellos.
–¿Qué recomendación le haría a los jóvenes que están comenzando en la música y quieren dedicarse profesionalmente a ella?
_Siempre es difícil hacer recomendaciones, pero creo que en la actualidad es aún más difícil, dado que existen caminos muy diversos. Sólo me animaría a proponer que tengan un compromiso real y cotidiano con su pasión. Es lo que hacemos todos los días en casa lo que define lo que somos.